Me sentía con fuerzas para dominar la última etapa de esta gran aventura que nunca me olvidare. Mis compañeros Pablo, Julio y Juan Antonio pensaban lo mismo. Aunque tropezamos un poco, saltamos par de etapas, la realidad es que habíamos caminado casi 1,000 kilómetros. Nos sentimos orgullosos de ser plateros.
Salimos del albergue y rápido encontramos el camino. Subimos por pista forestal, entre eucaliptos, al pie del Pico Sacro. Seguimos hasta encontrar la capilla de Santiaguiño y la fuente con el relieve del milagro de los toros bravos de la Reina Lupa, que guardaban el Pico Sacro y que se amansaron para transportar el cuerpo del Apóstol Santiago.
Ya estamos muy cerca de Santiago. Pasamos por Lestedo y después Susana. El libro de referencia indica que faltan menos de 9 kilómetros a el centro de la ciudad de Santiago, o sea la Catedral (Julio, en este caso, es una verdadera catedral). Continuamos subiendo y llegamos a Piñero donde nos refrescamos y descansamos en un bar que nos trataron de maravilla. Hablamos con algunos de los parroquianos en el bar. y estaban asombrados que veníamos de Sevilla. Uno me pregunto si éramos españoles por el castellano que hablábamos: le dije que éramos puertorriqueños y un español (Juan Antonio) pero cuatro de 400 millones de hispano parlantes que hay en el mundo. De esos, España solo tiene 45 millones. Continuamos subiendo por las calles del pueblo de Piñero; mas tarde por Angrois y ¡ por fin !, por el camino real, entramos a Santiago.
Con los pies sobre la calzada romana, divisamos con emoción las torres de la catedral sin percatarnos que todavía nos faltaban 2 kilómetros para llegar. Tomamos las correspondientes fotos para plasmar esa imagen (ver archivo de fotos) y seguimos caminando. Subimos empinadas cuestas y entramos por la puerta de Mazarelos, única que queda de la antigua muralla. Estos últimos pasos se hacen con la emoción de llegar hasta el centro y la catedral olvidándonos del cansancio acumulado durante tantos días de duro caminar. Con felicitaciones y gozo, llegamos a la Plaza de la Quintana y seguidamente, antes de llegar a la Plaza del Obradoiro, pasamos por la Casa del Peregrino donde en el segundo piso se obtiene la Compostelana y el último sello en las credenciales. No había mucha gente y los cuatro obtuvimos el documento con nuestro nombre en latín rápidamente. La gente que nos atendió fue muy amable y gentil. Después, entramos con mucha satisfacción y emoción a la Plaza del Obradoiro. Eran las 14:00. Nos abrazamos. Llegamos finalmente. Todo se cumple como dice el refrán del camino.
Fuimos a comer algo (tapear) cerca de la catedral y al lado de una agencia de viajes ya que tenia que conseguir un vuelo a Barcelona. Mi esposa ya había llegado a España y, junto a otros amigos, estaban esperándome en Girona cerca de Barcelona. Pablo regresaba conmigo; Julio se quedaba uno o dos días más en Santiago y despues quería irse a Andalucía y recorrer todo el sur de España hasta llegar al peñón de Gibraltar; Juan Antonio se quedaba hasta el sábado en Santiago y después se marchaba hacia Barcelona donde vive.
Después de comer y arreglar los pasajes (Pablo y yo conseguimos boletos para mañana viernes a las 13:00), nos fuimos directamente al hostal donde nos íbamos a quedar (Hostal La Salle, no muy lejos de la Catedral con un precio buenísimo - 15 euros por persona -). Llegamos al hostal, nos aseamos y preparamos nuestras cosas. Antes habíamos pasado por el correo y recogido las maletas que habíamos enviado desde Salamanca. Tiramos (botamos) todas las prendas de vestir que ya estaban hechas un desastre por la caminata incluyendo las botas de Pablo y su poncho todo roto. Fue realmente un placer ponernos la ropa limpia que teníamos en la maleta incluyendo unas camisetas de la Ruta de La Plata que Juan Antonio diseñó (con buen gusto -- una faceta de nuestro amigo que no conocíamos) y nos regalo. Las camisetas son negras con el dibujo de la Junta de Extremadura del Camino (unas líneas amarillas cruzando el Arco de Cáparra) y que también dice: De Sevilla a Compostela -- 2008. Precioso. Gracias, Flannagan. Nosotros, a su vez, le regalamos a Juan Antonio una camiseta amarilla de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Puerto Rico que teníamos extra con su "logo" y nuestra bandera. Juan Antonio, que se emociona con mucha facilidad, sintió el momento.
Fuimos todos a cenar cerca del hostal; nuestra ultima cena como peregrinos. Nos sentíamos bien. Misión Cumplida. Nos retiramos a dormir. Mañana escribo el último diario, incluyendo mis últimas reflexiones de este maravilloso camino, y damos final al blog después de colgar todas las fotos que tenemos; no hemos tenido esa oportunidad.
Hasta mañana. Manuel
Salimos del albergue y rápido encontramos el camino. Subimos por pista forestal, entre eucaliptos, al pie del Pico Sacro. Seguimos hasta encontrar la capilla de Santiaguiño y la fuente con el relieve del milagro de los toros bravos de la Reina Lupa, que guardaban el Pico Sacro y que se amansaron para transportar el cuerpo del Apóstol Santiago.
Ya estamos muy cerca de Santiago. Pasamos por Lestedo y después Susana. El libro de referencia indica que faltan menos de 9 kilómetros a el centro de la ciudad de Santiago, o sea la Catedral (Julio, en este caso, es una verdadera catedral). Continuamos subiendo y llegamos a Piñero donde nos refrescamos y descansamos en un bar que nos trataron de maravilla. Hablamos con algunos de los parroquianos en el bar. y estaban asombrados que veníamos de Sevilla. Uno me pregunto si éramos españoles por el castellano que hablábamos: le dije que éramos puertorriqueños y un español (Juan Antonio) pero cuatro de 400 millones de hispano parlantes que hay en el mundo. De esos, España solo tiene 45 millones. Continuamos subiendo por las calles del pueblo de Piñero; mas tarde por Angrois y ¡ por fin !, por el camino real, entramos a Santiago.
Con los pies sobre la calzada romana, divisamos con emoción las torres de la catedral sin percatarnos que todavía nos faltaban 2 kilómetros para llegar. Tomamos las correspondientes fotos para plasmar esa imagen (ver archivo de fotos) y seguimos caminando. Subimos empinadas cuestas y entramos por la puerta de Mazarelos, única que queda de la antigua muralla. Estos últimos pasos se hacen con la emoción de llegar hasta el centro y la catedral olvidándonos del cansancio acumulado durante tantos días de duro caminar. Con felicitaciones y gozo, llegamos a la Plaza de la Quintana y seguidamente, antes de llegar a la Plaza del Obradoiro, pasamos por la Casa del Peregrino donde en el segundo piso se obtiene la Compostelana y el último sello en las credenciales. No había mucha gente y los cuatro obtuvimos el documento con nuestro nombre en latín rápidamente. La gente que nos atendió fue muy amable y gentil. Después, entramos con mucha satisfacción y emoción a la Plaza del Obradoiro. Eran las 14:00. Nos abrazamos. Llegamos finalmente. Todo se cumple como dice el refrán del camino.
Fuimos a comer algo (tapear) cerca de la catedral y al lado de una agencia de viajes ya que tenia que conseguir un vuelo a Barcelona. Mi esposa ya había llegado a España y, junto a otros amigos, estaban esperándome en Girona cerca de Barcelona. Pablo regresaba conmigo; Julio se quedaba uno o dos días más en Santiago y despues quería irse a Andalucía y recorrer todo el sur de España hasta llegar al peñón de Gibraltar; Juan Antonio se quedaba hasta el sábado en Santiago y después se marchaba hacia Barcelona donde vive.
Después de comer y arreglar los pasajes (Pablo y yo conseguimos boletos para mañana viernes a las 13:00), nos fuimos directamente al hostal donde nos íbamos a quedar (Hostal La Salle, no muy lejos de la Catedral con un precio buenísimo - 15 euros por persona -). Llegamos al hostal, nos aseamos y preparamos nuestras cosas. Antes habíamos pasado por el correo y recogido las maletas que habíamos enviado desde Salamanca. Tiramos (botamos) todas las prendas de vestir que ya estaban hechas un desastre por la caminata incluyendo las botas de Pablo y su poncho todo roto. Fue realmente un placer ponernos la ropa limpia que teníamos en la maleta incluyendo unas camisetas de la Ruta de La Plata que Juan Antonio diseñó (con buen gusto -- una faceta de nuestro amigo que no conocíamos) y nos regalo. Las camisetas son negras con el dibujo de la Junta de Extremadura del Camino (unas líneas amarillas cruzando el Arco de Cáparra) y que también dice: De Sevilla a Compostela -- 2008. Precioso. Gracias, Flannagan. Nosotros, a su vez, le regalamos a Juan Antonio una camiseta amarilla de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Puerto Rico que teníamos extra con su "logo" y nuestra bandera. Juan Antonio, que se emociona con mucha facilidad, sintió el momento.
Fuimos todos a cenar cerca del hostal; nuestra ultima cena como peregrinos. Nos sentíamos bien. Misión Cumplida. Nos retiramos a dormir. Mañana escribo el último diario, incluyendo mis últimas reflexiones de este maravilloso camino, y damos final al blog después de colgar todas las fotos que tenemos; no hemos tenido esa oportunidad.
Hasta mañana. Manuel