Después de desayunar en el Bar Málaga, salimos de Cañaveral y rápido agarramos una subida impresionante en ruta al puerto de las Castaños, la parte mas alta de Cañaveral.
Pablo había salido primero y lo alcanzamos en el primer descanso bajando los Castaños. Los tres seguimos hasta Grimaldo donde íbamos a refrescarnos en el primer bar. Llegue primero al bar (bar Grimaldo al lado del albergue municipal) y me dispuse a esperarlos tomándome una rica fanta de naranja bien fría. No venían. Los llame y me dijeron que estaban cerca. Yo seguía esperando y ya habían pasado mas de 30 minutos y llame a Julio de nuevo. Aparentemente se habían perdido. Pablo le pregunto a una señora que se encontró (muchas preguntas; no es bueno eso; señal de no estar en control) sobre el pueblo y ella lo envió a una ruta equivocada y Julio, como cordero sumiso, lo siguió. Finalmente, se dieron cuenta que estaban mal, regresaron y se aparecieron en el bar. Habían recorrido como 3 kilómetros de mas. En resumen, estuve en el bar 2 horas.
Ordenamos unos bocadillos para llevárnoslos y comérnoslos en el camino. De Grimaldo a Galisteo son como 20 kilómetros; ya habíamos recorrido 8.8 kms. Pasamos varias fincas valladas hasta llegar a la presa de Riolobos; agarramos carretera por 1 kilómetro y luego nos metimos a otra finca en dirección a Galisteo. Vemos el pueblo en la distancia y ocurre lo de siempre -- mientras mas caminamos hacia el pueblo, mas lejos se ve. Es frustrante.
Finalmente, después de caminar varias cuestas dificiles y empinadas, entramos en la hermosa villa amurallada de Galisteo (la muralla cubre todo el pueblo).
Fuimos al albergue turístico (6 Euros ) pero no nos gustó. Un bar privado (Los Emigrantes) nos indico que podíamos quedarnos en una habitación que tenían por 8 Euros y así lo hicimos. Ya era de noche. Nos aseamos y bajamos a comer al mismo bar. Tienen un menú por 8 Euros que consistía en: (1) judías verdes con patatas; y, (2) pescado con patatas para Pablo (al fin, cambió) y carne para nosotros dos. Tomamos vino de la casa y postre (flan casero). Obviamente, no podía faltar el chupito de orujo para terminar después del café. Conocimos al dueño, una persona bien simpática y oriunda de Galisteo que nos hablo del pueblo (viven 1,500 personas). Ya era muy tarde y nos retiramos a dormir.
Hasta la proxima. Manuel
Pablo había salido primero y lo alcanzamos en el primer descanso bajando los Castaños. Los tres seguimos hasta Grimaldo donde íbamos a refrescarnos en el primer bar. Llegue primero al bar (bar Grimaldo al lado del albergue municipal) y me dispuse a esperarlos tomándome una rica fanta de naranja bien fría. No venían. Los llame y me dijeron que estaban cerca. Yo seguía esperando y ya habían pasado mas de 30 minutos y llame a Julio de nuevo. Aparentemente se habían perdido. Pablo le pregunto a una señora que se encontró (muchas preguntas; no es bueno eso; señal de no estar en control) sobre el pueblo y ella lo envió a una ruta equivocada y Julio, como cordero sumiso, lo siguió. Finalmente, se dieron cuenta que estaban mal, regresaron y se aparecieron en el bar. Habían recorrido como 3 kilómetros de mas. En resumen, estuve en el bar 2 horas.
Ordenamos unos bocadillos para llevárnoslos y comérnoslos en el camino. De Grimaldo a Galisteo son como 20 kilómetros; ya habíamos recorrido 8.8 kms. Pasamos varias fincas valladas hasta llegar a la presa de Riolobos; agarramos carretera por 1 kilómetro y luego nos metimos a otra finca en dirección a Galisteo. Vemos el pueblo en la distancia y ocurre lo de siempre -- mientras mas caminamos hacia el pueblo, mas lejos se ve. Es frustrante.
Finalmente, después de caminar varias cuestas dificiles y empinadas, entramos en la hermosa villa amurallada de Galisteo (la muralla cubre todo el pueblo).
Fuimos al albergue turístico (6 Euros ) pero no nos gustó. Un bar privado (Los Emigrantes) nos indico que podíamos quedarnos en una habitación que tenían por 8 Euros y así lo hicimos. Ya era de noche. Nos aseamos y bajamos a comer al mismo bar. Tienen un menú por 8 Euros que consistía en: (1) judías verdes con patatas; y, (2) pescado con patatas para Pablo (al fin, cambió) y carne para nosotros dos. Tomamos vino de la casa y postre (flan casero). Obviamente, no podía faltar el chupito de orujo para terminar después del café. Conocimos al dueño, una persona bien simpática y oriunda de Galisteo que nos hablo del pueblo (viven 1,500 personas). Ya era muy tarde y nos retiramos a dormir.
Hasta la proxima. Manuel