Me levante temprano a terminar el diario numero 1 y me encontré que el otro peregrino (Juan de Girona) que compartia el albergue con nosotros se disponía a partir. Estaba muy de noche todavía pero el había decidido irse temprano cosa que nosotros no hacemos porque nos gusta salir de día (evitar perderse, tropezar y caerse, etc.). Además, si uno sale de noche no puede disfrutar ni ver las cosas que se encuentra en el camino. El camino no es solamente ir de un punto a otro, es entregarse a la aventura y deleitarse en el recorrido. La magia del camino como diría mi gran amigo y caminante del francés Carlos Gonzalez, es meterse en el y sacar provecho de toda la experiencia.
Estábamos listo alrededor de las 8:30 y decidimos partir. Georgie se quedo durmiendo (como siempre) ya que tenia que resolver ciertos asuntos con su bici, la Sevillana. Por poco Pablo le cierra la puerta por la parte de afuera y lo deja encerrado en el albergue -- suerte que Julio se dio cuenta.
Fuimos primero a la policía local para que nos sellara el carnet de peregrino. Nos dimos cuenta que varias personas del municipio estaban instalando unas vallas de metal y, al preguntar, nos dijeron que iban a tener un "encierro" el fin de semana similar a los encierros ya famosos de Pamplona.
Salimos por la calle del polideportivo y una vez pasado este, doblamos a la derecha para cruzar el rio Rivera de Huelva. Después de cruzar el río y caminar unos kilómetros, nos paramos a desayunar en un sitio que le llaman las Ventas. Pedimos un bocadillo de tortilla francesa (huevo solo), jugo y café. Nos abastecimos de agua ya que sabíamos que no había otra fuente hasta llegar a Castilblanco. Resumimos el camino y a la derecha vimos un pequeño aeropuerto, después empiezan unos toboganes (suaves bajadas y subidas del terreno) rodeados de olivares (muchisimos; parecen alfombras desde lejos). Poco después de una finca de naranjos (chinas en nuestro hablar boricua), vemos como cambia el paisaje; empiezan las fincas de ganado con campos de encinas y alcornoques. Esto es otra cosa del camino. Se ven un sinnumero de fincas de mil cosas, a veces son encinas, naranjos, alcornoques, pinos, cereales, etc. que lo hace tan interesante y vistoso.
Después de pasar varias "portelas" (puertas que están cerradas con un cable pero fácil de abrir), empezamos a subir bastante por un camino muy pedregoso pero hermoso con un paisaje muy lindo y un gran silencio. Poco antes de llegar al pueblo, empezamos a caminar por la carretera nacional por unos 4 kilómetros. La caminata esta de 4 kilometros no fue facil. Era bastante empinada y el sol estaba en su plenitud. Divisamos el pueblo con su iglesia mudéjar pero restaurada en el siglo XVl y XVll.
Castilblanco de los Arroyos es un pueblo pequeño en la sierra inmortalizado por Cervantes en su novela "Las Dos Doncellas". Llegamos al albergue municipal a eso de las 14:30 y empezamos la "colada" (el lavar la ropa) y el apropiado descanso. Por supuesto, Pablo se tiro a dormir. Nos encontramos con Juan de Girona en el albergue y luego vinieron varios bicigrinos. Georgie llego al albergue como a las 17:00; dijo que había salido tarde de Guillena bregando con la Sevillana. Picamos algo pero no almorzamos de lleno ya que con la subida al pueblo, no teníamos hambre.
Salimos a cenar como a las 20:30 en un bar no muy lejos de la iglesia. En el campanario, se veían 3 nidos gigantes de cigueñas pero aparentemente vacíos. En el bar, tapeamos varios platos locales como: carne de jabalí con tomate, costillas de cerdo, atún con cebolla y buen tomate, patatas al alioli y todo eso bajado con vino tinto de Rioja (de batalla pero bueno). Los dueños del bar nos trataron muy bien y fueron bien gentiles. Creo que se llama el Nuevo León y esta muy cerca de la iglesia. De hecho pasamos por ese mismo bar el próximo día a desayunar y recoger unos espejuelos mios que lo había dejado por error encima de la mesa.
Regresamos al albergue a las 21:00 a dormir. Nos vemos mañana. Manuel
Estábamos listo alrededor de las 8:30 y decidimos partir. Georgie se quedo durmiendo (como siempre) ya que tenia que resolver ciertos asuntos con su bici, la Sevillana. Por poco Pablo le cierra la puerta por la parte de afuera y lo deja encerrado en el albergue -- suerte que Julio se dio cuenta.
Fuimos primero a la policía local para que nos sellara el carnet de peregrino. Nos dimos cuenta que varias personas del municipio estaban instalando unas vallas de metal y, al preguntar, nos dijeron que iban a tener un "encierro" el fin de semana similar a los encierros ya famosos de Pamplona.
Salimos por la calle del polideportivo y una vez pasado este, doblamos a la derecha para cruzar el rio Rivera de Huelva. Después de cruzar el río y caminar unos kilómetros, nos paramos a desayunar en un sitio que le llaman las Ventas. Pedimos un bocadillo de tortilla francesa (huevo solo), jugo y café. Nos abastecimos de agua ya que sabíamos que no había otra fuente hasta llegar a Castilblanco. Resumimos el camino y a la derecha vimos un pequeño aeropuerto, después empiezan unos toboganes (suaves bajadas y subidas del terreno) rodeados de olivares (muchisimos; parecen alfombras desde lejos). Poco después de una finca de naranjos (chinas en nuestro hablar boricua), vemos como cambia el paisaje; empiezan las fincas de ganado con campos de encinas y alcornoques. Esto es otra cosa del camino. Se ven un sinnumero de fincas de mil cosas, a veces son encinas, naranjos, alcornoques, pinos, cereales, etc. que lo hace tan interesante y vistoso.
Después de pasar varias "portelas" (puertas que están cerradas con un cable pero fácil de abrir), empezamos a subir bastante por un camino muy pedregoso pero hermoso con un paisaje muy lindo y un gran silencio. Poco antes de llegar al pueblo, empezamos a caminar por la carretera nacional por unos 4 kilómetros. La caminata esta de 4 kilometros no fue facil. Era bastante empinada y el sol estaba en su plenitud. Divisamos el pueblo con su iglesia mudéjar pero restaurada en el siglo XVl y XVll.
Castilblanco de los Arroyos es un pueblo pequeño en la sierra inmortalizado por Cervantes en su novela "Las Dos Doncellas". Llegamos al albergue municipal a eso de las 14:30 y empezamos la "colada" (el lavar la ropa) y el apropiado descanso. Por supuesto, Pablo se tiro a dormir. Nos encontramos con Juan de Girona en el albergue y luego vinieron varios bicigrinos. Georgie llego al albergue como a las 17:00; dijo que había salido tarde de Guillena bregando con la Sevillana. Picamos algo pero no almorzamos de lleno ya que con la subida al pueblo, no teníamos hambre.
Salimos a cenar como a las 20:30 en un bar no muy lejos de la iglesia. En el campanario, se veían 3 nidos gigantes de cigueñas pero aparentemente vacíos. En el bar, tapeamos varios platos locales como: carne de jabalí con tomate, costillas de cerdo, atún con cebolla y buen tomate, patatas al alioli y todo eso bajado con vino tinto de Rioja (de batalla pero bueno). Los dueños del bar nos trataron muy bien y fueron bien gentiles. Creo que se llama el Nuevo León y esta muy cerca de la iglesia. De hecho pasamos por ese mismo bar el próximo día a desayunar y recoger unos espejuelos mios que lo había dejado por error encima de la mesa.
Regresamos al albergue a las 21:00 a dormir. Nos vemos mañana. Manuel